CARTA DE UN PRISIONERO A SUS PADRES
Yo seguí exigiendo mi derecho a un abogado o hacer una llamada, pero nada, esta ley y justicia en el Perú funciona de cabeza, persiguen a los peruanos conscientes y preocupados en su país, tratándome peor que delincuente, como si no fuera ciudadano, como si no fuera persona humana.
Todo esto está grabado por ellos, además que también me fotografiaban como si se tratase de un ranqueado delincuente, además burlonamente decían los policías de la DIRCOTE y la DIVIAC que me iban a hacer famoso, cosa que luego hicieron “filtrando” fotos y videos a la prensa.
Luego me llevaron a mi cuarto a “incautar” cosas, mientras otro grupo de policías revoloteaba mis cosas en mi sala-comedor, todo patas arriba y todo con el beneplácito de los fiscales. Imagínate madre, esta gente gana unos sueldazos por violar derechos y hacerlos pasar como legales.
Después de 6 horas de revolotear todo, robarme y sembrarme sabe dios qué cosas, me preguntaron si iba a firmar una “notificación de detención” (cosa que leí en la noche cuando me internaban en la DIRINCRI) obviamente me negué, y les dije todo lo que te estoy escribiendo, también me preguntaron si firmaría un “Acta de lectura de derechos de imputado”, ¿qué iba a firmar si todos mis derechos los habían tirado al desagüe?, como si fuera broma me preguntaron si firmaría una “constancia de buen trato”, obviamente no hubo ningún buen trato ni nada, así que por las razones que te cuento les dije que no firmaría nada, la señorita que escribía solo se limitaba a escribir “se negó a firmar” pero no escribía las razones que le decía.
Cada cierto tiempo los efectivos policiales se mostraban fotos de WhatsApp donde celebraban que ya “habían capturado” a tal, etc. Solo me quedaba sentir vergüenza ajena al ver celebrar como gozaban al ver fotos de ancianos detenidos o a una madre enmarrocada con su bebe en brazos.
Luego me sacaron de mi cuarto y me sacaron de la casa, obviamente al ver a todos los vecinos a fuera grité que “esta era una persecución por ser un artista que luchaba por nueva constitución”, “esta es la persecución de Sagasti contra los jóvenes del bicentenario”.
Ya en el carro (patrullero) pensé que me llevarían a la DIRCOTE, estaba con sueño y hambre, pero la camioneta cambió de dirección y me llevaron a un parque en San Juan de Lurigancho, en todo momento ilegalmente me intentaban interrogar, pero como sabes madre y te lo agradezco, desde niño sé cuáles son mis derechos, así como decía el viejo, manan. En el parque estuvimos un rato, no recuerdo el tiempo, pero ya era hora de almuerzo. Ahí nomás recibieron una llamada y me llevaron a la DIRCOTE.
Luego de pasar por el médico legista y mostrar mis raspones en brazos y muñecas (por las esposas ajustadas que me hacían adormecer todo el brazo hasta los omóplatos), y mostrar al médico legista que me sangraban las encías y labios por la agresión (cuando me intentaban callar), almorcé y me trasladaron a un patio donde estaban decenas de detenidos, vi familias enteras con sus chalecos de detenidos, la madre con su bebe de ocho meses que lloraba y era consolado por ella.
Vi a un señor con bastón (luego me enteré que tenía un quiste en la rodilla y que recién había sido operado), vi también a un señor con cabestrillo que no podía caminar porque sufría de una artrosis generalizada, vi ancianos con cabellera completamente blanca. Toda una escena dramática que confirmaba la persecución política, el terruqueo del que decenas de personas somos víctimas.
Luego me llevaron a la DIRINCRI (así es madre) y me metieron a una celda y fueron llegando personas hasta que sumamos 10, se sobreentiende que adiós distanciamiento social, y que ese día todos estaban de hambre con sueño, sin noción del tiempo, en una celda sin iluminación, sin colchones ni nada. Las paredes estaban pintarrajeadas con frases escritas con excremento y pasta dental.
Te imaginaras madre el olor, por si no fuera poco el piso estaba sucio y el baño era un baño turco donde el olor a pichi era penetrante, lo peor venía cuando apretabas una llave que expulsaba agua e inundaba la celda. Con ello teníamos la escena completa: paredes olorosas, baño oloroso, piso oloroso y agua en tus pies que arrastraba orín y excremento, al cabo de unas horas tu nariz se adapta y te engaña.
Esa noche llegó un colchón sucio, entenderás que yo preferí dormir en el piso sin nada, pues había señores de edad más avanzada que lo necesitaban.
Esto que les escribo, padres queridos, lo tengo escrito en la mente no como lamento, sino como parte de una obra de teatro, se me acaba la única hoja de papel que tengo, es la versión resumida del primer día de detención, tengo cientos de anécdotas que les harán reír de oreja a oreja.
Quiéranse mucho y recuerden que yo estoy presente en cada sonrisa suya. Los amo.
21 de incomunicación.
Vangoh